miércoles, 27 de julio de 2011

Los ojos de la emoción

A veces la poesía se encierra en unos ojos callados y en el corazón que dicta la música con su latido sincero. Hay gente que quisiera ser rica para poder mostrar su fondo desfondado, un servidor se conformaría con ser exactamente rico como para poder asistir a algo de este calibre en el Metropolitan. Todo lo que no permanece se escapa al poder inmenso de la emoción vivida en el momento exacto, en el lugar preciso, en la compañía justa. Si hay alguien en el mundo capaz de no emocionarse ante la contemplación de algo así es que el ser humano ha tocado fondo finalmente. Ya sólo queda el espanto de agotar la vida por su superficie, sin adentrarse en honduras -y mucho menos en tegucigalpas-. Quede la música y el espectáculo concebido al servicio de la emoción.

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