Manejamos un idioma tan rico, tan diverso y tan disperso que a veces entendernos resulta tan gracioso como complicado. Hace unos días compartía mantel y mesa con un grupo de amigos entre los que había argentinos, colombianos, españoles y de otras nacionalidades hermanas. La conversación sobre el idioma surgió, como no podía ser de otra forma, cuando un servidor, explicaba una situación normal en España como era de decirle a alguien -femenino- "adelántate, que ya te cojo".
El verbo "coger" en España tiene un significado muy normalito, de andar por casa, pero no así en otros rincones de la lengua.
Surgieron así un montón de anéctotas graciosas contadas por sus protagonistas u oídas entre amigos. Situaciones como la de aquella médico colombiana que, al ir a poner una inyección a un paciente, le pedía que "por favor, no pusiera la cola dura". Hay que explicar que cola, en Colombia, es el trasero, el pandero, el culete, ese lugar en el que la espalda pierde su casto nombre, como diría Cela. El pobre señor se moría de una flácida vergüenza.
O esa otro chaval que decía que "Concha esta buenísima", a lo que otro, argentino, respondía que todas las "conchas" suelen estar bastante buenas... Sin comentarios.
En fin, que el español o castellano, que hasta para eso es vacilón, es tan rico como difícil... al menos, de olvidar para quien lo aprende. Les dejo un divertido vídeo. Un saludo, amigos.
jueves, 5 de julio de 2012
martes, 15 de mayo de 2012
Prostitución de la escritura
Abandoné el blog como se abandonan tantas cosas. No es preocupante; sólo una cuestión de carácter. De vuelta a casa me encuentro con que la última entrada ha generado bastante comentario... y yo sin contestar. Perdón por la descortesía ante todo. No piensen que me ahogué en el Rubicón; más bien me ahogué en la corriente del día a día, en los remolinos de la costumbre, en los remansos de la agitación cotidiana y del trajín constante. Pero he vuelto. No sé si con vocación de estancia o, como la suerte, para desaparecer en cualquier momento sin previo aviso. No voy a compromerterme a nada. Mejor dejarlo estar y ver qué pasa.
Con respecto a la última entrada en torno a lo que vale nuestra palabra escrita, he leído con atención todos los comentarios al respecto. Sin desmerecer ninguno, me quedo con éste de Antuan porque contiene lo que yo llamo "la maldición del letrado". Dice Antuan a propósito de escribir un texto en 20 minutos y lo que debería cobrarse por ello que: "no se trata del tiempo que lleve escribirlo, sino del que se invirtió para adquirir la destreza suficiente como para redactarlo correctamente en 20 minutos." Chapeau, Antuan!
Me parece que esas palabras, tan sencillamente escritas y tan bien armadas, son la calve de muchas cosas en el mundo de las letras. Pensemos. ¿Cuántas veces alguien nos ha dicho eso de: tú que sabes escribir, me harías el "favor" de redactarme una carta para...? He ahí la clave de todo. Pareciera que escribir es como un don gratuito que quiso darnos el cielo. Pareciera que un escritor no necesita entrenar a diario para hacer que su palabra llegue más alto, más lejos, más rápido. Pondré un ejemplo para ilustrar.
Imagínenese a alguien que acudiera al abogado y le dijera que, ya que sabe tanto de leyes, le haga el favor de escribirle un recurso; o alguien que visitara al mecánico y le pidera que, ya que sabe tanto de motores, que por favor le arregle el coche. O, por ir más allá, que usted fuera al médico y le espetara: "doctor, ya que usted sabe tanto de enfermedades y curas, por favor, opéreme..." y, por supuesto, todo como favor, nada de cobrar por la destreza. ¿Qué dirían entonces el abogado, el mecánico o el médico? Fácil: dirían que esos conocimientos y habilidades, aun poseyendo ciertas destrezas naturales, los han adquirido a base de esfuerzo y práctica. Es decir, exactamente igual que un escritor. Pero, entonces ¿por qué quien escribe no tiene derecho a percibir un pago justo por su trabajo, por su habilidad, por sus años de práctica?
Ésta es la clave de muchas cosas en el mundo de la escritura. Cuando algo cambie en ella y quienes escriben -escribimos- aprendamos a defender nuestra destreza, el mundo de la escritura cambiará. Quizá entonces empecemos a ser reconocidos como merecemos. Pero mientras en el mundo de la escritura siga habiendo tanta prostitución barata, será difícil que las cosas cambien. ¿O no?
Se admiten comenatrios :)
Y por acabar esta entrada con algo distinto, lleno de destreza, de magia, de encanto, de duende... pero por lo que hay pagar un buen pico si se quiere disfrutar en tiempo real, un momento único
Con respecto a la última entrada en torno a lo que vale nuestra palabra escrita, he leído con atención todos los comentarios al respecto. Sin desmerecer ninguno, me quedo con éste de Antuan porque contiene lo que yo llamo "la maldición del letrado". Dice Antuan a propósito de escribir un texto en 20 minutos y lo que debería cobrarse por ello que: "no se trata del tiempo que lleve escribirlo, sino del que se invirtió para adquirir la destreza suficiente como para redactarlo correctamente en 20 minutos." Chapeau, Antuan!
Me parece que esas palabras, tan sencillamente escritas y tan bien armadas, son la calve de muchas cosas en el mundo de las letras. Pensemos. ¿Cuántas veces alguien nos ha dicho eso de: tú que sabes escribir, me harías el "favor" de redactarme una carta para...? He ahí la clave de todo. Pareciera que escribir es como un don gratuito que quiso darnos el cielo. Pareciera que un escritor no necesita entrenar a diario para hacer que su palabra llegue más alto, más lejos, más rápido. Pondré un ejemplo para ilustrar.
Imagínenese a alguien que acudiera al abogado y le dijera que, ya que sabe tanto de leyes, le haga el favor de escribirle un recurso; o alguien que visitara al mecánico y le pidera que, ya que sabe tanto de motores, que por favor le arregle el coche. O, por ir más allá, que usted fuera al médico y le espetara: "doctor, ya que usted sabe tanto de enfermedades y curas, por favor, opéreme..." y, por supuesto, todo como favor, nada de cobrar por la destreza. ¿Qué dirían entonces el abogado, el mecánico o el médico? Fácil: dirían que esos conocimientos y habilidades, aun poseyendo ciertas destrezas naturales, los han adquirido a base de esfuerzo y práctica. Es decir, exactamente igual que un escritor. Pero, entonces ¿por qué quien escribe no tiene derecho a percibir un pago justo por su trabajo, por su habilidad, por sus años de práctica?
Ésta es la clave de muchas cosas en el mundo de la escritura. Cuando algo cambie en ella y quienes escriben -escribimos- aprendamos a defender nuestra destreza, el mundo de la escritura cambiará. Quizá entonces empecemos a ser reconocidos como merecemos. Pero mientras en el mundo de la escritura siga habiendo tanta prostitución barata, será difícil que las cosas cambien. ¿O no?
Se admiten comenatrios :)
Y por acabar esta entrada con algo distinto, lleno de destreza, de magia, de encanto, de duende... pero por lo que hay pagar un buen pico si se quiere disfrutar en tiempo real, un momento único
viernes, 5 de agosto de 2011
Independent Publishing o lo que vale un escritor
Desde hace unos días ando suscrito a una publicación cibernáutica llamada "La fábrica cultural". Se trata de una interesante manera de estar informado sobre lo que se cuece alrededor de la gestión cultural -entre otras cosas- a lo largo y ancho de esta piel de toro... e, incluso, más allá. Al hilo, suelen enviar un boletín con información sobre trabajo en este sector de éxito, el de la cultura, quiero decir... y decirlo con la mayor de las sornas. En el último me llamó la atención un anuncio poco frecuente. Decía así: "Estudiantes de varias filologías para websites internacionales". Primero pensé que algo en el mundo debía de haberse roto para que un empresario se preocupara por los estudiantes de filología para ofrecerles trabajo. Algún loco anda suelto, fue el primer fogonazo que encendió mi cabeza y con ello mi curiosidad malsana. Entré en la oferta y me rebotaron a una página -muy bien editada, por cierto- en la que te van dorando la píldora y enseñándote la liga. Que si eres un escritor en ciernes, que si te gustaría trabajar en la edición de textos, que si tienes tiempo de sobra, que si dominas al menos un idioma perfectamente, que si quieres ser tu propio jefe, etcétera, etcétera.
Sonaba un poco a esos anuncios de "trabaje desde su casa y gane un sueldazo", ¡so tonto! La empresa-página se llama Independent Publishing y, al parecer, funciona en varios países. Lo que ofrecen es que, si te eligen, a cambio de escribir páginas y textos para empresas que los soliciten, te pasarán una nómina por tu creatividad y tu esfuerzo. Ahí es donde uno piensa: por fin, alguien que valora la capacidad de redacción, la creación literaria, el estilo, la forma, el fondo, el lenguaje, el poder de la palabra, el negro sobre blanco, la inmortalidad impresa, el trazo con sentido... Incluso, llegan a preguntarte, entre otras cosas y retóricamente, si "buscas una fuente de ingresos seria y de confianza", lo cual no deja de tener su gracia si tenemos en cuenta que pagan 2,90 euros por escribir cuatrocientas palabras. Es decir, más o menos lo que viene siendo mayormente -como diría el Fiti- una columna de periódico (hasta estos, que no son precisamente devotos de San Dadivoso, pagan bastante mejor).
Nota bene: Esta entrada está elaborada precisamente con cuatrocientas palabras. ¡Qué pena! Acabo de perderme un sueldazo de 2,90 euros.
Sonaba un poco a esos anuncios de "trabaje desde su casa y gane un sueldazo", ¡so tonto! La empresa-página se llama Independent Publishing y, al parecer, funciona en varios países. Lo que ofrecen es que, si te eligen, a cambio de escribir páginas y textos para empresas que los soliciten, te pasarán una nómina por tu creatividad y tu esfuerzo. Ahí es donde uno piensa: por fin, alguien que valora la capacidad de redacción, la creación literaria, el estilo, la forma, el fondo, el lenguaje, el poder de la palabra, el negro sobre blanco, la inmortalidad impresa, el trazo con sentido... Incluso, llegan a preguntarte, entre otras cosas y retóricamente, si "buscas una fuente de ingresos seria y de confianza", lo cual no deja de tener su gracia si tenemos en cuenta que pagan 2,90 euros por escribir cuatrocientas palabras. Es decir, más o menos lo que viene siendo mayormente -como diría el Fiti- una columna de periódico (hasta estos, que no son precisamente devotos de San Dadivoso, pagan bastante mejor).
Nota bene: Esta entrada está elaborada precisamente con cuatrocientas palabras. ¡Qué pena! Acabo de perderme un sueldazo de 2,90 euros.
miércoles, 27 de julio de 2011
Los ojos de la emoción
A veces la poesía se encierra en unos ojos callados y en el corazón que dicta la música con su latido sincero. Hay gente que quisiera ser rica para poder mostrar su fondo desfondado, un servidor se conformaría con ser exactamente rico como para poder asistir a algo de este calibre en el Metropolitan. Todo lo que no permanece se escapa al poder inmenso de la emoción vivida en el momento exacto, en el lugar preciso, en la compañía justa. Si hay alguien en el mundo capaz de no emocionarse ante la contemplación de algo así es que el ser humano ha tocado fondo finalmente. Ya sólo queda el espanto de agotar la vida por su superficie, sin adentrarse en honduras -y mucho menos en tegucigalpas-. Quede la música y el espectáculo concebido al servicio de la emoción.
Aquí
Aquí
lunes, 11 de octubre de 2010
Poesía Incompleta. Alejandro Alonso
Pago deuda con palabras. Deuda contraída, y expandida aquí y ahora. De un volumen inédito titulado "Poesía incompleta" rescato algunos retales de un poeta desconocido, heredero atemporal de grandes como Antonio Machado, Unamuno, Bécquer o Gerardo Diego. La suya, al decir de su hijo que prologa el volumen, es una poesía de verso desnudo que refleja tanto la austeridad del paisaje castellano, como la pureza cristalina del aire de esta tierra. Hay un gran poeta tras esa palabra desconocida e inédita. Tienen estos versos marchamo de verdad, de aliento y estro, divinos y humanos, ambos, al mismo tiempo, a la vez.
Muchas veces se los oí recitar de memoria, la suya lo era prodigiosa. Capaz de enlazar y lanzar largas estrofas de poemas inmensos. Los suyos, de chispa vital y alta alcurnia, nos hablan del hombre, de la tierra, de la amistad, de la cotidiana manera de vivir cotidianamente. Un lujo para el alma; alimento hecho palabra.
Dejo un par de muestras, por si alguien gusta degustar.
MADRE MUERTA
Tenía la expresión dulce y serena
de quien supo enjugar con su ternura,
de la vida el dolor y la amargura
y el áspero camino de las penas.
Seda y marfil, por el dolor vencidas,
sus manos sobre el pecho reclinadas,
eran brillo de perlas nacaradas,
y eran noche de estrellas encendidas.
Ni las más puras gotas del rocío;
ni la escarcha de enero junto al río,
ni las aguas más claras de la fuente,
podrán nunca lograr en su albedrío
imitar ni acercarse al señorío
de la blanca hermosura de su frente.
EL TORO
Del desafío al encuentro,
relámpago en noche oscura,
trapío, casta y bravura,
puñales cortando el viento.
Gran señor de los jarales,
gran señor de las praderas,
y en las plazas postineras,
orgullo de mayorales.
Silueta de recia entraña,
forjada en fragua caliente;
¡Ese es el toro valiente!
¡Ese es el toro de España!
Habrá más...
Muchas veces se los oí recitar de memoria, la suya lo era prodigiosa. Capaz de enlazar y lanzar largas estrofas de poemas inmensos. Los suyos, de chispa vital y alta alcurnia, nos hablan del hombre, de la tierra, de la amistad, de la cotidiana manera de vivir cotidianamente. Un lujo para el alma; alimento hecho palabra.
Dejo un par de muestras, por si alguien gusta degustar.
MADRE MUERTA
Tenía la expresión dulce y serena
de quien supo enjugar con su ternura,
de la vida el dolor y la amargura
y el áspero camino de las penas.
Seda y marfil, por el dolor vencidas,
sus manos sobre el pecho reclinadas,
eran brillo de perlas nacaradas,
y eran noche de estrellas encendidas.
Ni las más puras gotas del rocío;
ni la escarcha de enero junto al río,
ni las aguas más claras de la fuente,
podrán nunca lograr en su albedrío
imitar ni acercarse al señorío
de la blanca hermosura de su frente.
EL TORO
Del desafío al encuentro,
relámpago en noche oscura,
trapío, casta y bravura,
puñales cortando el viento.
Gran señor de los jarales,
gran señor de las praderas,
y en las plazas postineras,
orgullo de mayorales.
Silueta de recia entraña,
forjada en fragua caliente;
¡Ese es el toro valiente!
¡Ese es el toro de España!
Habrá más...
lunes, 20 de septiembre de 2010
La noche esposa a Miguel Hernández a la garganta de Serrat
No sabrán nunca Caro y Pablo cuánto les agradeceré -agradeceremos- la invitación para revivir a Miguel Hernández. Revivir, digo, porque eso es lo que Serrat hace con el de Orihuela en este nuevo proyecto -es mucho más que un disco o una gira- llamado "Hijo de la luz y de la sombra". Sombra que, como la claridad de Claudio, siempre viene -también- del cielo. Y del cielo cae uno cuando termina de escuchar a Serrat y baja a la tierra de papel y busca, una vez más, los poemas de Miguel Hernández y se estremece y se duele y se marchita y se empequeñece ante la dimensión gigante y sobrenatural del poeta muerto.
Vuelvo ávido de imágenes y palabras siempre nuevas a sus versos y contemplo: "eres la noche, esposa: la noche en su instante / mayor de su potencia lunar y femenina... Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje / su avaricioso anhelo de imán y poderío... La sombra pide, exige seres que se entrelacen, / besos que la constelen de relámpagos largos, / bocas embravecidas, batidas, que atenacen, / arrullos que hagan música de sus mudos letargos...."
Y me voy haciendo sombra y después nada. Nada ante la significancia de tanto hombre, de tanto verso, de tanta belleza. La muerte, a veces, debería respetar al arte y hacer inmortal la carne de algunos poetas, para poder seguir mordiéndoles los versos y libándoles las palabras, como un enjambre de abejas laboriosos filtradas por tus poros.
Vuelvo ávido de imágenes y palabras siempre nuevas a sus versos y contemplo: "eres la noche, esposa: la noche en su instante / mayor de su potencia lunar y femenina... Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje / su avaricioso anhelo de imán y poderío... La sombra pide, exige seres que se entrelacen, / besos que la constelen de relámpagos largos, / bocas embravecidas, batidas, que atenacen, / arrullos que hagan música de sus mudos letargos...."
Y me voy haciendo sombra y después nada. Nada ante la significancia de tanto hombre, de tanto verso, de tanta belleza. La muerte, a veces, debería respetar al arte y hacer inmortal la carne de algunos poetas, para poder seguir mordiéndoles los versos y libándoles las palabras, como un enjambre de abejas laboriosos filtradas por tus poros.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
A C - y no hablo de hoteles -
Seguro que más de uno pensará que he estado de vacaciones casi... ¡tres meses! ¡Qué vergüenza! Pero, no. Se equivoca. Simplemente he estado vago. Unos días por otros: el trabajo, los viajes, el nada que contar. Eso es lo peor de todo: el nada que contar, ni cantar. Por eso, hoy me he dicho: de aquí no pasas; o te pones a escribir algo en el blog, o...
En fin, que aunque sin mucho que decir, aquí está uno de nuevo, obligándose, para desempolvar algún viejo poema. Tengo pendiente dedicarle una entrada a Alejandro Alonso, un poeta desconocido; tan desconocido como poeta. Será la próxima entrada, sin duda. Espero que les guste. Poesía clásica, pero de un nivel excepcional.
Por el momento voy a... volver a otro clásico, a un clásico vivo, probablemente al mejor poeta vivo que conozco y leo, que conozco porque leo. De su obra Astrolabio 1975-1979 rescato:
El camino cegado por el bosque
Créeme, no es piedad lo que siento por ti,
ahora que estoy lejos, sino un recuerdo herido.
Por ti y por el camino cegado por el bosque
que no pude seguir aquella noche joven,
perfumada y abierta como el cuerpo de un pino.
No es piedad, sino una sensación de fracaso,
de suave y entrañable dolor que nunca cesa.
Fuiste buena conmigo en mis días de entonces:
me diste cuanto soy, este veneno dulce
que me impulsa a luchar contra el mar, contra el tiempo
y contra el mismo amor de los que bien me quieren.
No es piedad, aún te busco en la noche perfecta,
deseoso, sediento de tus colores ácidos,
de tus estrellas frías, de tus ramas y ríos
helados tras los cielos del más hermoso invierno.
Te lo digo dolido y con los ojos húmedos,
aunque la mente esté segura, serenada:
no te pude tener más cerca, pues mis labios
llegaron a rozar tus nieves, tu horizonte.
No es piedad, créeme; sólo sé que una tarde
avanzada, profunda, descendí de aquel monte
puro y purificado como un fuego de junio.
Creí volver a ti definitivamente
y me encontré el camino cegado por el bosque.
Antonio Colinas
En fin, que aunque sin mucho que decir, aquí está uno de nuevo, obligándose, para desempolvar algún viejo poema. Tengo pendiente dedicarle una entrada a Alejandro Alonso, un poeta desconocido; tan desconocido como poeta. Será la próxima entrada, sin duda. Espero que les guste. Poesía clásica, pero de un nivel excepcional.
Por el momento voy a... volver a otro clásico, a un clásico vivo, probablemente al mejor poeta vivo que conozco y leo, que conozco porque leo. De su obra Astrolabio 1975-1979 rescato:
El camino cegado por el bosque
Créeme, no es piedad lo que siento por ti,
ahora que estoy lejos, sino un recuerdo herido.
Por ti y por el camino cegado por el bosque
que no pude seguir aquella noche joven,
perfumada y abierta como el cuerpo de un pino.
No es piedad, sino una sensación de fracaso,
de suave y entrañable dolor que nunca cesa.
Fuiste buena conmigo en mis días de entonces:
me diste cuanto soy, este veneno dulce
que me impulsa a luchar contra el mar, contra el tiempo
y contra el mismo amor de los que bien me quieren.
No es piedad, aún te busco en la noche perfecta,
deseoso, sediento de tus colores ácidos,
de tus estrellas frías, de tus ramas y ríos
helados tras los cielos del más hermoso invierno.
Te lo digo dolido y con los ojos húmedos,
aunque la mente esté segura, serenada:
no te pude tener más cerca, pues mis labios
llegaron a rozar tus nieves, tu horizonte.
No es piedad, créeme; sólo sé que una tarde
avanzada, profunda, descendí de aquel monte
puro y purificado como un fuego de junio.
Creí volver a ti definitivamente
y me encontré el camino cegado por el bosque.
Antonio Colinas
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