Ayer estuve en Urueña. Urueña es la primera Villa del Libro que se fundó en España, amén de un pueblecito precioso plantado por la mano del hombre en una tierra en la que hay más cielo que tierra (Colinas dixit). Asistí a un encuentro al que han bautizado "Leyendas del Vinotauro", una iniciativa de la bodega Estancia Piedra (D.O. Toro) en la que se fusionan -¡qué palabra más de moda!; ¡qué palabra más prostituida!- vino y literatura clásica. El ciclo está estructurado en sucesivos simposios, es decir, encuentros en los que el néctar de Dionisos y la charla amena -ese es, por ende, el sentido exacto del término "simposio"- maridan. En el de ayer, el primero, el magnífico poeta zamorano Juanma Rodríguez Tobal nos deleitó con una disertación titulada "Ningún otro árbol plantes primero que la vid".(El descubrimiento del vino en Grecia). El título hace honor a un verso suelto atribuido al poeta Horacio. La conversación de Juanma Rodríguez Tobal, con esa voz imponente y antigua que le ha regalado la naturaleza, era una auténtica delicia para el oído. El corazón, además, confirma este extremo. Hora y media en la que Rodríguez Tobal nos habló del vino y sus conjuntos en la Grecia Clásica, de su importancia en ritos que se hunden en mitos -casi siempre conocidos-, de la espontaneidad de su génesis y de cómo los grandes líricos del siglo VI a. de C., pero también antes y después, cantaron las virtudes y consecuencias de ese néctar milenario. De cómo la historia se repite y lo que hoy nos parece fruto de los tiempos no es más que una reedición, casi siempre pobre, de la concepción helena de la vida.
El encuentro estuvo regado de vino. Mientras Juanma hablaba, los presentes, unos cincuenta, disfrutábamos de una copa de vino, como si nuestro cuerpo quisiera entender, a través del líquido, el sentido de todas sus palabras. Luego vinieron los poemas, leídos como si hubieran sido escritos por su mano. ¡Increíble! ¡Vital! La traducción de la Ilíada de García Calvo, la mejor en nuestra lengua, Homero en estado puro, ya fuera Homero un hombre o una cooperativa, poemas de Alceo, de Anacreonte, de Safo, del plomizo Hesíodo, de Teognis... menciones a Zeus, a Anfitrión, a la requemada Sémele, cómo no, a su hijo Dionisos, fuente útlima y primera del vino, a aquel melicorde rijoso y cabroncete que fue Catulo... En fin, una delicia auténtica servida en copa alta y cristalina, como la voz de Juanma, como la palabra de "sus" poetas. Ya espero, impaciente, el segundo simposio. Que, por suerte, no todo en esta vida es crisis y economía.
viernes, 27 de marzo de 2009
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