viernes, 27 de febrero de 2009

The best job in the world

Dicen quienes han inventado esta manera tan fantástica de hacerse publicidad que se trata del mejor trabajo del mundo. Consiste en hacer de guía en un isla australiana llamada Isla de Hamilton, pared con pared del gran arrecife de coral. Al proceso de selección se han presentado cientos de miles de candidatos de todo el mundo universo. Me planteo qué llevarme para seis meses: libros, un buen surtido de bañadores, crema para el sol... Si a mí me dieran ese trabajo, creo que solo cargaría con "El Conde de Montecristo"; él supo salir de una cárcel como ésta hace ya bastante tiempo. Luego... se hizo rico.

jueves, 26 de febrero de 2009

La idea

Me gusta mucho más la idea de tus pechos firmes estrellados contra el cristal oscuro de mis manos. Ese cristal frío que solo ellos saben calentar.

miércoles, 25 de febrero de 2009

El desayuno

Esta mañana me he levantado con hambre, mucha. He pensado en calentar una taza de leche y en comerme un par de magdalenas de las que hacen las monjas en su tiempo libre, en su tiempo de trabajo. Pero hasta ver, me he entretenido un rato subiendo a la biblioteca. Me he puesto a mirar algunos libros. De repente, se me ha echado sobre las manos uno de L. A. de Cuenca. Lo he abierto y le he leído a la mujer de mi vida uno de sus poemas. Dice así:

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

Al fin, he saciado mi voraz apetito... y, de paso, he logrado mantener la línea. Es lo que tiene la buena poesía: que alimenta, pero no engorda.

lunes, 23 de febrero de 2009

En este día en el que dicen que se salvó la democracia....

A propósito del primer cumpleaños de mi hijo, alguien -con gusto y tino- le ha regalado un libro. Es un libro de tamaño, casi un cuadro. Contiene un único poema y lleva colgadas, a modo de faralaes, una ristra de estupendas ilustraciones firmadas por Mauro Evangelista. El libro se titula Carta a un hijo y, en realidad, no es otra cosa que el If de Kipling en original inglés y traducción. La traducción no es la de Jacinto Miquelarena que, a pesar de los pesares, sigue siendo la más eufónica. Ya se sabe que traducción y traición van de la mano -y más en un poema en el que la carga semántica y el peso exacto de muchas palabras es difícilmente perceptible; cuanto más si hay encima que traducirlo-. Como el poema es de sobra conocido y él -mi hijo- ya lo tiene, le regalo otro en esa línea, aunque sin tanta fama. Es de William Ernst Henley -el Long John Silver de La Isla del Tesoro-, se titula Invictus, y dice así:

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul. -
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed. -
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find me, unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate;
I am the captain of my soul.

Lejos de esta la noche que me cubre,
negra como un abismo brutal,
doy gracias a los dioses, tal vez,
por mi alma inconquistable.
Caído en las garras de la circunstancia
ya no tengo lágrimas ni llanto.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza sangra, mas permanece erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
amenazan los horrores de la sombra,
y aún así el acecho de los años
me halla, y me hallará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
pues yo soy el amo de mi sino;
yo soy el capitán de mi alma.


Por cierto, "alguien" se llama Rosa.

jueves, 19 de febrero de 2009

El hijo ¿qué tengo?

Tengo un hijo y acaba de cumplir un año. Ha consumido la primera pieza de una bolsa en la que no nos es posible meter los ojos para ver cuántas más quedan -espero que muchas, muchísimas-. Como todos los padres que en el mundo han sido, como todos los que en el mundo han sido padres, asisto completamente absorto y embabado a la velocidad con que crece el tiempo que, para mí, es ya lo mismo que mi hijo. El tiempo y mi hijo crecen muy deprisa; tan deprisa que casi me arrastran. Y, de un tiempo a esta parte, one year ago, que diría un inglesito, siento mucho más vivos y reales los días que voy/vamos consumiendo, como si la existencia y la presencia de ese ser tan pequeño me hubieran regalado un taquígrafo de bolsillo para todas mis horas. Sobre el paso del tiempos sobre el tempus fugit, se ha escrito todo lo que se podía escribir y con mayores palabras, por eso será mejor callar y ver cómo pasa mi hijo, cómo crece el tiempo.

lunes, 16 de febrero de 2009

El hábito

Cuando ya casi creía haber perdido completamente el hábito de la lectura, voy y me topo con él: estaba colgado en la sacristía de mis notas interiores. Llevaba mucho tiempo sin leer con la asiduidad propia de aquel a quien le gusta la lectura. Tras aquel tiempo en el que los libros y su uso se convirtieron en una obligación, casi llegué a aborrecerlos. No hay como imponer para hartar; y lo mío con la lectura, durante cuatro, los cuatro que duró aquel programa de televisión, desembocó en hartazgo. Pero, al parecer, estoy recuperándome. Ayer prendí la chimenea -sobre todo por ahorrar algo en la factura del gas- y me puse a leer. El qué es lo de menos; lo de más es el cómo. Cuando ya me había olvidado de quien fui algún día, voy y me topo con mi sombra descansando sobre las páginas de un libro. ¡Evohé, evohé!

viernes, 13 de febrero de 2009

De lo mejor que he visto por la Red en mucho tiempo

Aunque no es ninguna primicia, me gustaría abrazar a este tipo. Un esqueleto o calaquita muy divertido.

A modo de adiós

Cuando leas esto, si aún tuviste ánimo para llegar hasta aquí, te darás cuenta de que todos los principios son el fin, y que un saludo es la primera palabra que anuncia cualquier despedida. Por eso, este primer comentario, que un día será el último, sólo ha de servirme para decirte, lector, adiós y gracias. Sencillamente...