lunes, 11 de octubre de 2010

Poesía Incompleta. Alejandro Alonso

Pago deuda con palabras. Deuda contraída, y expandida aquí y ahora. De un volumen inédito titulado "Poesía incompleta" rescato algunos retales de un poeta desconocido, heredero atemporal de grandes como Antonio Machado, Unamuno, Bécquer o Gerardo Diego. La suya, al decir de su hijo que prologa el volumen, es una poesía de verso desnudo que refleja tanto la austeridad del paisaje castellano, como la pureza cristalina del aire de esta tierra. Hay un gran poeta tras esa palabra desconocida e inédita. Tienen estos versos marchamo de verdad, de aliento y estro, divinos y humanos, ambos, al mismo tiempo, a la vez.

Muchas veces se los oí recitar de memoria, la suya lo era prodigiosa. Capaz de enlazar y lanzar largas estrofas de poemas inmensos. Los suyos, de chispa vital y alta alcurnia, nos hablan del hombre, de la tierra, de la amistad, de la cotidiana manera de vivir cotidianamente. Un lujo para el alma; alimento hecho palabra.

Dejo un par de muestras, por si alguien gusta degustar.


MADRE MUERTA

Tenía la expresión dulce y serena
de quien supo enjugar con su ternura,
de la vida el dolor y la amargura
y el áspero camino de las penas.

Seda y marfil, por el dolor vencidas,
sus manos sobre el pecho reclinadas,
eran brillo de perlas nacaradas,
y eran noche de estrellas encendidas.

Ni las más puras gotas del rocío;
ni la escarcha de enero junto al río,
ni las aguas más claras de la fuente,

podrán nunca lograr en su albedrío
imitar ni acercarse al señorío
de la blanca hermosura de su frente.


EL TORO

Del desafío al encuentro,
relámpago en noche oscura,
trapío, casta y bravura,
puñales cortando el viento.

Gran señor de los jarales,
gran señor de las praderas,
y en las plazas postineras,
orgullo de mayorales.

Silueta de recia entraña,
forjada en fragua caliente;
¡Ese es el toro valiente!
¡Ese es el toro de España!

Habrá más...

lunes, 20 de septiembre de 2010

La noche esposa a Miguel Hernández a la garganta de Serrat

No sabrán nunca Caro y Pablo cuánto les agradeceré -agradeceremos- la invitación para revivir a Miguel Hernández. Revivir, digo, porque eso es lo que Serrat hace con el de Orihuela en este nuevo proyecto -es mucho más que un disco o una gira- llamado "Hijo de la luz y de la sombra". Sombra que, como la claridad de Claudio, siempre viene -también- del cielo. Y del cielo cae uno cuando termina de escuchar a Serrat y baja a la tierra de papel y busca, una vez más, los poemas de Miguel Hernández y se estremece y se duele y se marchita y se empequeñece ante la dimensión gigante y sobrenatural del poeta muerto.

Vuelvo ávido de imágenes y palabras siempre nuevas a sus versos y contemplo: "eres la noche, esposa: la noche en su instante / mayor de su potencia lunar y femenina... Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje / su avaricioso anhelo de imán y poderío... La sombra pide, exige seres que se entrelacen, / besos que la constelen de relámpagos largos, / bocas embravecidas, batidas, que atenacen, / arrullos que hagan música de sus mudos letargos...."

Y me voy haciendo sombra y después nada. Nada ante la significancia de tanto hombre, de tanto verso, de tanta belleza. La muerte, a veces, debería respetar al arte y hacer inmortal la carne de algunos poetas, para poder seguir mordiéndoles los versos y libándoles las palabras, como un enjambre de abejas laboriosos filtradas por tus poros.


miércoles, 1 de septiembre de 2010

A C - y no hablo de hoteles -

Seguro que más de uno pensará que he estado de vacaciones casi... ¡tres meses! ¡Qué vergüenza! Pero, no. Se equivoca. Simplemente he estado vago. Unos días por otros: el trabajo, los viajes, el nada que contar. Eso es lo peor de todo: el nada que contar, ni cantar. Por eso, hoy me he dicho: de aquí no pasas; o te pones a escribir algo en el blog, o...

En fin, que aunque sin mucho que decir, aquí está uno de nuevo, obligándose, para desempolvar algún viejo poema. Tengo pendiente dedicarle una entrada a Alejandro Alonso, un poeta desconocido; tan desconocido como poeta. Será la próxima entrada, sin duda. Espero que les guste. Poesía clásica, pero de un nivel excepcional.

Por el momento voy a... volver a otro clásico, a un clásico vivo, probablemente al mejor poeta vivo que conozco y leo, que conozco porque leo. De su obra Astrolabio 1975-1979 rescato:

El camino cegado por el bosque

Créeme, no es piedad lo que siento por ti,
ahora que estoy lejos, sino un recuerdo herido.
Por ti y por el camino cegado por el bosque
que no pude seguir aquella noche joven,
perfumada y abierta como el cuerpo de un pino.
No es piedad, sino una sensación de fracaso,
de suave y entrañable dolor que nunca cesa.
Fuiste buena conmigo en mis días de entonces:
me diste cuanto soy, este veneno dulce
que me impulsa a luchar contra el mar, contra el tiempo
y contra el mismo amor de los que bien me quieren.
No es piedad, aún te busco en la noche perfecta,
deseoso, sediento de tus colores ácidos,
de tus estrellas frías, de tus ramas y ríos
helados tras los cielos del más hermoso invierno.
Te lo digo dolido y con los ojos húmedos,
aunque la mente esté segura, serenada:
no te pude tener más cerca, pues mis labios
llegaron a rozar tus nieves, tu horizonte.
No es piedad, créeme; sólo sé que una tarde
avanzada, profunda, descendí de aquel monte
puro y purificado como un fuego de junio.
Creí volver a ti definitivamente
y me encontré el camino cegado por el bosque.

Antonio Colinas

viernes, 11 de junio de 2010

De Biedma viene Aganzo

Hoy tendría que dedicarle a Carlos Aganzo la entrada porque acaba de ganar el Gil de Biedma, pero he pensado que por qué no a don Jaime a quien todavía no traté. A Aganzo la enhorabuena más cordial. Es un grande. Lo merece. A Gil de Biedma, pues, estas palabras.

Siempre he pensado que si le tuvieran que hacer una película su papel debería interpertarlo Resines -el parecido es asombroso-. Biedma fue y es un gran poeta. Podría dejarlo aquí porque con eso estaría dicho todo, pero me resisto a no dejar alguna pincelada sobre su obra, sobre su persona. Siempre entre la "escila" de una poesía pura, desnuda y llena de verdad y el "caribdis" de una condición vital que le hizo padecer sobremanera. Hoy Biedma casi hubiera sido un privilegiado: poeta, homosexual y hombre de vasta cultura. Extraña combinación.

A Biedma le sonaban las palabras a verso. Pudo vivir como el burgués que era, y vivió, pero añoraba una casta intelectual mucho más cargada de momio, de hechos, de miga. Se encontró, en cambio, una grey intectualoide y castrada por la mancha de lo político, de todo lo político, y prefirió dejarse ir y acabar haciendo de la literatura y de la poesía sólo una cruzada fallida. Como Cernuda, Biedma a su poesía le hubiera dejado escrito: "Si no te conozco, no he vivido; si muero
sin conocerte, no muero, porque no he vivido."

De Gil de Biezma:

Amor más poderoso que la vida

La misma calidad que el sol de tu país,
saliendo entre las nubes:
alegre y delicado matiz en unas hojas,
fulgor de un cristal, modulación
del apagado brillo de la lluvia.

La misma calidad que tu ciudad,
tu ciudad de cristal innumerable
idéntica y distinta, cambiada por el tiempo:
calles que desconozco y plaza antigua
de pájaros poblada,
la plaza en que una noche nos besamos.

La misma calidad que tu expresión,
al cabo de los años,
esta noche al mirarme:
la misma calidad que tu expresión
y la expresión herida de tus labios.

Amor que tiene calidad de vida,
amor sin exigencias de futuro,
presente del pasado,
amor más poderoso que la vida:
perdido y encontrado.
Encontrado, perdido...

jueves, 20 de mayo de 2010

El Stradivarius de Janine

Ayer mismo me compré un Guarnerius. Probablemente sea más falso que la moneda de la copla, aunque en mi caso y al contrario de lo que dice la letra de esa famosa tonada, éste no va a ir de mano en mano. Me han asegurado que en el interior lleva grabado el preceptivo "Giussepe Guarnerius fecit... Cremona 1733. JHS". ¡Vaya usted a saber! ¡Falso, seguro! De toda falsedad. Pero, y si no...

Por el precio casi estoy por asegurarlo, aunque visto de cerca -en foto- pudiera ser que... En fin, que cuando lo tenga en mis manos ya veré si es un Guarnerius Kreisler de 1733 o una mala copia de Dios sabe cuándo y dónde. El problema es que no pude resistirme. Esos malditos chismes siempre me han atraído una barbaridad. Me resulta increíble que con una simple caja de madera -cuerpo-, un mastil, un clavijero, unas cuerdecitas y un palo largo con hilitos se pueden hacer cosas así:



Claro está que quien interpeta en este vídeo no es cualquiera. El fondo musical lo pone Janine Jansen ejecutando magistralmente "El Invierno" de Vivaldi. Abrazada a un Stradivarius Barrere de 1727 -valorado en 3 ó 4 millones de euros-, la Jansen es un espectáculo indescriptible. La combinación es sencillamente perfecta. ¿A que sí?

martes, 11 de mayo de 2010

Insatisfaction

Como una canción matizada de los Rolling, soy un hombre diariamente insatisfecho. Sólo hay dos o tres cosas que me llenan, y tienen nombre propio. Muchas veces, cuando creo haber dado con el ancla que me clavará a una ilusión, con el muerto al que amarrar el barco de las horas y las ocupaciones, sé que me estoy equivocando; una vez más. Va ya para muchos años de ello y la esperanza (no) se agota. A veces, incluso, pienso que esa es realmente mi satisfacción: trasnsitar el paso del tiempo con la firme intención de ser siempre un ser insatisfecho. Segura sentencia, sereno silencio.

Entiendo algo a Juan Ramón cuando tachaba y releía y reescribía y retachaba y rompía y retomaba rabos y cabos de poemas para saber que nunca acababan de llenarle. Esa insatisfacción constante en la poesía juanramoniana se parece mucho a la prosa de mis días.

De Juan Ramón

¿Cómo era, Dios mío, cómo era?

¿Cómo era, Dios mío, cómo era?
-¡Oh corazón falaz, mente indecisa!-
¿Era como el pasaje de la brisa?
¿Como la huida de la primavera?

Tan leve, tan voluble, tan ligera
cual estival vilano... ¡Sí! Imprecisa
como sonrisa que se pierde en risa...
¡Vana en el aire, igual que una bandera!

¡Bandera, sonreír, vilano, alada
primavera de junio, brisa pura...!
¡Qué loco fue tu carnaval, qué triste!

Todo tu cambiar trocóse en nada
-¡memoria, ciega abeja de amargura!-
¡No sé cómo eras, yo que sé qué fuiste!

martes, 4 de mayo de 2010

El almirante ruina

Lo bueno que tiene la vida es que está llena de esquinas. A la vuelta de una de ellas, me he encontrado con este blog que me ha encantado. Admiro y hasta envidio esa capacidad que tienen algunas personas para marcarse un objetivo, una meta, un reto -a largo plazo-... y cumplirlo. El reto de escribir todos los días, regalar un poema y una música -no siempre una canción- me parece elevado y digno de aplauso.

Felicito a José María por ello, a quien no conozco, y le animo a seguir con su lid, con su rutina -la rutina es una esclavitud que suele otorgar libertad-, con su empeño de regalar, de regalarnos, cada día un texto, un poema, una reflexión, una música.

Un blog cuidado y cuidadoso, unas aguas donde bucear y extraer -extractar, también- literatura no demasiado usada, palabras poco vistas, moda semántica a la última y a la primera. Un lujo.

Por la lectura de estas palabras, se regala poema de Panero...(Leopoldo María)

Ars Magna

Qué es la magia, preguntas
en una habitación a oscuras.
Qué es la nada, preguntas,
saliendo de la habitación.
Y qué es un hombre saliendo de la nada
y volviendo solo a la habitación.

"Poesía" 1970 - 1985

viernes, 16 de abril de 2010

Cuando sopla Gallego

A veces sopla el gallego y nos trae la poesía. El poeta Vicente Gallego es un viento de otra parte, un huracán, a veces, que no necesita presentación. A Gallego no le había dedicado aún ninguna entrada -repasando me doy cuenta de que sí, sí le había dedicado una. Es el Alzheimer que no se olvida de mí-. Me he acordado -tampoco sé por qué- de repente de ese poema suyo titulado "Échale a él la culpa". Se trata de un poema pleno de experiencia y bien calculado para caber en las probetas de esa poesía que marca a las últimas generaciones de poetas. No obstante, es bueno...o, al menos, a mí me gusta bastante.

Es más, me gusta bastante la poesía de Gallego porque sopla fresca y sabe a algo. No puedo decir lo mismo de otros muchos que lo acompañan en su generación; no puedo decir lo mismo de sus prosas -aunque no sean muchas-. Pero sí lo puedo decir de su poesía. Gallego es un buen poeta, un estupendo poeta con la capacidad -inusual- de hacer poesía casi con cualquier cosa, con un girón de recuerdos o con una retahíla de sensaciones.

Éste es caso. Aquí dejo un poema suyo para disfrute del respetable... Que nadie quiera ver en ello otra cosa que poesía y gusto de lector. No vaya a ser que se malinterprete el gesto... y la tengamos.


Septiembre, 22

Me dices que es absurdo el universo,
que la vida carece de sentido.
Pero no es un sentido lo que busco,
cualquier explicación o una promesa,
sino el estar aquí y a la deriva:
una simple botella que en la playa
aguarda la marea.
Sí, la palabra justa es abandono:
una dulce renuncia que me nombra
señor y dueño al fin de mi camino.
Queden hoy para otros
los afanes del mundo, y que mi mundo sea
la magia de esta casa
tomada en su quietud por la penumbra,
saber que nadie llegará
a interrumpir mi tarde,
que no habrá sobresaltos,
ni voces, ni horas fijas,
porque ahora es tan sólo transcurrir
mi gran tarea.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Omag


El título evoca a algún relato desgajado de la Mil y Una Noches; quizá la historia de algún bandido con ese nombre o de algún príncipe persa besado por las palabras de Scheherezade. Pero, no. Omag es una excelente fábula futurista, una preciosa narración que nos acerca un futuro con el que casi todos hemos soñado alguna vez, pero del que casi nadie sabríamos dar cuenta con tanta precisión, con tanta soltura, de una manera tan creíble, como si alguna vez se hubiera vivido. Quien está dotada de ese don es Raquel Pardo, la autora.

La historia de Omag, del manantial -ese es su significado- de la esperanza es la historia de un mundo que se muere, de una joven llamada a salvarlo, de hermandades planetarias, de estrellas al alcance de la mano, de una máquina, la de la desmaterialización, que sería un sueño infinito en la mente de alguien como Julio Verne, si hubiera alcanzado a soñarla.

No ser un libro con campaña de marketing a la espalda, lo hace, si cabe, más apetecible, más auténtico. Omag es omag. La narración es inteligente, el libro está bien contado y entretiene, entretiene mucho. El final es un final como su principio: lleno de esperanza. A veces la poesía se escribe de forma muy distinta.

viernes, 26 de febrero de 2010

Bautismo de recuerdo


Ayer, era por la tarde, bautizamos a Carlos Aganzo. No es que Aganzo llevara el estigma del pecado original aún sobre sus hombros, más bien es que alguien decidió que había bautizarlo y recordarle que ante todo, ante todos, es poeta, alta responsabilidad en un mundo gobernado por la prosa más baja.

En la vieja casona de otro poeta, José Zorrilla, Aganzo recibió, como una vacuna, una dosis de recuerdo. Fue rebautizado e hizo votos de ser poeta por encima de todas las cosas.

Lo apadrinaron otros tantos que leyeron versos de su última obra "Caídos ángeles". Aganzo es un gran poeta, quien lo probó lo sabe. Me gustó especialmente la lectura de "Los marineros de la Burela" en la voz de Fermín Herrero -a quien deseo que hoy la Crítica de Castilla y León premie-. Fue un final feliz.

El acto emotivo, cercano, recoleto y fresco supo a mucho y a poco. Habrá que fecilitar a quienes lo han ideado. Entre amigos, bien es verdad, todo es más fácil. Para el rito del bautismo el agua se hizo metáfora de vino y un brindis, zorrillesco, sirvió para celebrar, para celebrarlo, para celebrarle a él, a Carlos, por poeta.

Dejo aquí este poema -por no tener a mano el que quisiera- para medirle la altura.

FINALIDAD DEL ALMA

Recuerdo una frase bella indefinida
como un beso viejo
que ha perdido el olor aunque mantiene
temblor sin superficie.
Recuerdo un rostro amado en la distancia
como el polvo seco
que ha dejado una hoja del otoño
antes de ser aire.

Recuerdo tu ausencia
como un dolor de manos;
una oración que dice:
"La finalidad del alma es el deseo".
Y después, el silencio.

Manantiales. 2002

jueves, 21 de enero de 2010

¿Y tú?

Reconozco que he estado perezoso estas últimas semanas. Les he dado vacaciones a mis palabras y hasta hoy no habían vuelto. ¡Qué gentuza! Lo cierto es que me son bastante infieles -aunque seguro que ellas dirán que justo es al revés; las conozco-. Se van de vacaciones con cualquiera y me dejan aquí con ganas de escribir, pero sin materia para hacerlo.

Después de llamarlas y rogarles que volvieran pronto, como un amante idiota y embedido, me han hecho caso y aquí están de nuevo, en este año que ya está para cumplir la duodécima parte de su vida -la que ya no ha de volver-.

Hace unos días, alguien que me aseguraba leer este blog habitualmente -y a quien le agradezco que gaste su tiempo en ello- me pidió que por qué no, en lugar de poner poemas de otros, ponía alguno mío. ¿Y tú?, me preguntó. ¿Tú, por qué no? Primero, le dije, porque yo no soy poeta y, segundo, añadí, porque es más fácil hablar de lo bien que lo hacen otros que convertirte en el animalito al que la gente contempla en su jaula, al pasar. Observado y juzgado, quiero decir. Pero allá va. Un poco de valentía, si prometen ustedes no ser demasiado duros, y algo sencillo, "como adolescente", sin pretensiones, malo, tal vez. Seguro estoy, de que voy a arrepentirme...

Hoy

Hoy sabe a vacío la mañana.
Se cumplen veinte días sin aliento,
sin un Bóreas, un Noto, un Céfiro;
sin más soplo que el silencio
silbando oscuro, obsceno.
Os presiento, horas dolorosas,
minutos pausados, segundos…

Hemos salido de un nosotros
con tientos de morder un
tiempo que envenenamos juntos
en la distancia, ayer, hoy, lejos.
Asumo la certeza, condena grave,
de que no volverás a coser ya
la carne de tus besos a mis besos.

No habrá remiendo de pasados
ni esperanzas de doblar las horas.
Este reloj que nos arrastra
marca el compás lento a lento.

Hoy sabe a vacío la mañana,
lo repito y te lo entrego.
Haz con ello lo que quieras,
pañuelo seco, lágrima quieta.
Al fin y al cabo, solo un verso.
Una caja en la que encerrar
todo lo que fuimos, lo que somos,
lo que ya nunca, quién sabe,
tal vez seremos.