Hoy tendría que dedicarle a Carlos Aganzo la entrada porque acaba de ganar el Gil de Biedma, pero he pensado que por qué no a don Jaime a quien todavía no traté. A Aganzo la enhorabuena más cordial. Es un grande. Lo merece. A Gil de Biedma, pues, estas palabras.
Siempre he pensado que si le tuvieran que hacer una película su papel debería interpertarlo Resines -el parecido es asombroso-. Biedma fue y es un gran poeta. Podría dejarlo aquí porque con eso estaría dicho todo, pero me resisto a no dejar alguna pincelada sobre su obra, sobre su persona. Siempre entre la "escila" de una poesía pura, desnuda y llena de verdad y el "caribdis" de una condición vital que le hizo padecer sobremanera. Hoy Biedma casi hubiera sido un privilegiado: poeta, homosexual y hombre de vasta cultura. Extraña combinación.
A Biedma le sonaban las palabras a verso. Pudo vivir como el burgués que era, y vivió, pero añoraba una casta intelectual mucho más cargada de momio, de hechos, de miga. Se encontró, en cambio, una grey intectualoide y castrada por la mancha de lo político, de todo lo político, y prefirió dejarse ir y acabar haciendo de la literatura y de la poesía sólo una cruzada fallida. Como Cernuda, Biedma a su poesía le hubiera dejado escrito: "Si no te conozco, no he vivido; si muero
sin conocerte, no muero, porque no he vivido."
De Gil de Biezma:
Amor más poderoso que la vida
La misma calidad que el sol de tu país,
saliendo entre las nubes:
alegre y delicado matiz en unas hojas,
fulgor de un cristal, modulación
del apagado brillo de la lluvia.
La misma calidad que tu ciudad,
tu ciudad de cristal innumerable
idéntica y distinta, cambiada por el tiempo:
calles que desconozco y plaza antigua
de pájaros poblada,
la plaza en que una noche nos besamos.
La misma calidad que tu expresión,
al cabo de los años,
esta noche al mirarme:
la misma calidad que tu expresión
y la expresión herida de tus labios.
Amor que tiene calidad de vida,
amor sin exigencias de futuro,
presente del pasado,
amor más poderoso que la vida:
perdido y encontrado.
Encontrado, perdido...
viernes, 11 de junio de 2010
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