lunes, 23 de febrero de 2009

En este día en el que dicen que se salvó la democracia....

A propósito del primer cumpleaños de mi hijo, alguien -con gusto y tino- le ha regalado un libro. Es un libro de tamaño, casi un cuadro. Contiene un único poema y lleva colgadas, a modo de faralaes, una ristra de estupendas ilustraciones firmadas por Mauro Evangelista. El libro se titula Carta a un hijo y, en realidad, no es otra cosa que el If de Kipling en original inglés y traducción. La traducción no es la de Jacinto Miquelarena que, a pesar de los pesares, sigue siendo la más eufónica. Ya se sabe que traducción y traición van de la mano -y más en un poema en el que la carga semántica y el peso exacto de muchas palabras es difícilmente perceptible; cuanto más si hay encima que traducirlo-. Como el poema es de sobra conocido y él -mi hijo- ya lo tiene, le regalo otro en esa línea, aunque sin tanta fama. Es de William Ernst Henley -el Long John Silver de La Isla del Tesoro-, se titula Invictus, y dice así:

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul. -
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed. -
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find me, unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate;
I am the captain of my soul.

Lejos de esta la noche que me cubre,
negra como un abismo brutal,
doy gracias a los dioses, tal vez,
por mi alma inconquistable.
Caído en las garras de la circunstancia
ya no tengo lágrimas ni llanto.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza sangra, mas permanece erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
amenazan los horrores de la sombra,
y aún así el acecho de los años
me halla, y me hallará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
pues yo soy el amo de mi sino;
yo soy el capitán de mi alma.


Por cierto, "alguien" se llama Rosa.

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