jueves, 10 de septiembre de 2009
La tapa del delco
Se atribuye a Woody Allen una frase de Charles Kettering, el inventor, entre otros cientos de cosas, del Delco. El delco era un aparatito que, en los coches de hace unos años, cumplía funciones de distribución de energía -creo-. Si el delco se mojaba, la habías liado parda porque, entonces, tenías que levantar la tapa, la mítica tapa del delco, secarla y esperar a que el coche quisiera volver a andar. Mi tío logró llegar de Madrid al pueblo sustituyendo la dichosa tapa por un brik de leche cortado a la misma medida y agujereado conevientemente. Pero, volviendo a la frase, decía Kettering que a él le interesaba mucho el futuro porque era el lugar en el que tenía pensado pasar el resto de su vida. La frase, ingeniosa, me ha recordado aquella película de Harold Ramis -nunca valorada en su justa medida- en la que Bill Murray se levantaba una y otra vez en el mismo día, el Día de la Marmota, en Punxstawney.
La película, aparentemente una comedia romántica en la que suceden y se suceden situaciones divertidas, paradójicas, cómicas, es un pequeño tratado críptico de filosofía pura. Supongo que debe de ser horrible, angustiosa y claustrofóbica esa sensación de estar atrapado en el tiempo, pero con memoria de todo lo que ha sucedido, ese mismo día, todos los días anteriores.
Sin embargo, ¿cuántas veces habremos dicho en nuestra vida eso de "me gustaría que este momento no pasara nunca; que el tiempo se quedara clavado en este instante? Si eso sucediera, se me ocurren dos cosas. Si mantuviéramos memoria posterior del hecho, ese hecho ya nunca sería la primera vez que sucede y, por tanto, perdería ese carácter de originalidad, de primera vez que, a buen seguro, le otorga buena parte del atractivo. Pero si no mantuviéramos memoria del hecho, ¿quién nos dice que ese hecho no esté sucediendo una y otra vez? Al fin y al cabo, tampoco seríamos capaces de recordarlo. Es decir, que puede ser que todo lo que nos ocurre se esté repitiendo una y otra vez en el tiempo sin que seamos conscientes de tal reiteración.
Como en todo lo que tiene que ver con la dimensión incomprensible, dejo aquí esta reflexión para que ustedes, mis queridos amigos, me ilustren. Y, si piensan que he empezado a desvariar y que necesito ayuda, no se preocupen: lo sé. Es que a mí, de vez en cuando, también se me moja la tapa del delco.
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