Reconozco que he estado perezoso estas últimas semanas. Les he dado vacaciones a mis palabras y hasta hoy no habían vuelto. ¡Qué gentuza! Lo cierto es que me son bastante infieles -aunque seguro que ellas dirán que justo es al revés; las conozco-. Se van de vacaciones con cualquiera y me dejan aquí con ganas de escribir, pero sin materia para hacerlo.
Después de llamarlas y rogarles que volvieran pronto, como un amante idiota y embedido, me han hecho caso y aquí están de nuevo, en este año que ya está para cumplir la duodécima parte de su vida -la que ya no ha de volver-.
Hace unos días, alguien que me aseguraba leer este blog habitualmente -y a quien le agradezco que gaste su tiempo en ello- me pidió que por qué no, en lugar de poner poemas de otros, ponía alguno mío. ¿Y tú?, me preguntó. ¿Tú, por qué no? Primero, le dije, porque yo no soy poeta y, segundo, añadí, porque es más fácil hablar de lo bien que lo hacen otros que convertirte en el animalito al que la gente contempla en su jaula, al pasar. Observado y juzgado, quiero decir. Pero allá va. Un poco de valentía, si prometen ustedes no ser demasiado duros, y algo sencillo, "como adolescente", sin pretensiones, malo, tal vez. Seguro estoy, de que voy a arrepentirme...
Hoy
Hoy sabe a vacío la mañana.
Se cumplen veinte días sin aliento,
sin un Bóreas, un Noto, un Céfiro;
sin más soplo que el silencio
silbando oscuro, obsceno.
Os presiento, horas dolorosas,
minutos pausados, segundos…
Hemos salido de un nosotros
con tientos de morder un
tiempo que envenenamos juntos
en la distancia, ayer, hoy, lejos.
Asumo la certeza, condena grave,
de que no volverás a coser ya
la carne de tus besos a mis besos.
No habrá remiendo de pasados
ni esperanzas de doblar las horas.
Este reloj que nos arrastra
marca el compás lento a lento.
Hoy sabe a vacío la mañana,
lo repito y te lo entrego.
Haz con ello lo que quieras,
pañuelo seco, lágrima quieta.
Al fin y al cabo, solo un verso.
Una caja en la que encerrar
todo lo que fuimos, lo que somos,
lo que ya nunca, quién sabe,
tal vez seremos.
jueves, 21 de enero de 2010
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3 comentarios:
¡¡Nada de arrepentimientos!!
Debería usted prodigarse más a menudo en esto del desnudo público; felicidades por este "ytú", merece la pena el riesgo.
Muchísimas gracias, Ernesto. Un saludo
¿Qué pretende el poeta de emociones vagabundas? ¿Quién se atrevería a dañar a un animal encerrado en una jaula? ¿Acaso se encerró tras aullar desgarradamente a la luna, para no ser delatado por su luz? ¿Y tú? ¿No eres poeta? ¿No es mejor un poema imperfecto que un poeta avergonzado? ¿Acaso hay imperfección en un corazón herido que sangra palabras de alivio? ¿No estará la imperfección en el oído que se siente agredido?
¡Brindo por la valentía del poeta que comparte su desgarro en líneas de belleza sin tiempo!
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