Hace ya algunos años -mi memoria dice que algunos, mi cuerpo asegura que bastantes- me pidieron que eligiera una película de la Seminci y que fuera a verla con un grupo de chavales a los que, por entonces, intentaba convencer de que el latín y la literatura eran útiles e, incluso, necesarios para la vida. Elegí "Mario y El Capitán" porque había leído la obra un par de veranos antes en aquella colección que sacó Alianza a veinte duros -a lo mejor, incluso, conservo el ejemplar-; me había gustado. La adaptación al cine me pareció fantástica. Debía de ser una producción uruguaya -no lo recuerdo- y de bajo presupuesto -dicho sea de paso, tampoco una película que transcurre en un calabozo acondicionado como sala de interrogatorios debió de necesitar un gran dispendio-. La película me trajo a la memoria, en parte, aquella otra magistral de "La Huella", de Mankiewicz, y la no menos soberbia interpretación que Laurence Olivier y Michael Caine hacen del original de Shaffer.
Benedetti fue un buen autor teatral, un escritor interesante y un poeta fácil, como lo fue Neruda. Sus versos han calado, y mucho, porque están construidos con esa sencillez que para muchos es esencia poética y para otros falta de estro y de musa, es decir, inutilidad manifiesta. Es cierto que, cuando la fama de alguien va aparejada al hecho de declararse comunista o al hecho de haber sido perseguido por los militares, se me plantean dudas. Sin embargo, a mí, personalemnte, Benedetti me gustó en algunos momentos y su "Táctica y Estrategia" me valió, en alguna ocasión, para descubrir alguna que otra boca. Sólo por eso, gracias, Mario.
lunes, 18 de mayo de 2009
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