jueves, 28 de mayo de 2009

Rómulo Celdrán


Me ha costado varios días entender por qué los de la Revista de Occidente me han enviado un ejemplar a casa. Al principio, nada más abrir el sobre, he pensado que, como me dedico en mi tiempo ocupado a escribir sobre literatura en algún periódico, querrían que estuviera al tanto de lo que hacen. Sin duda, error. Después le he echado un ojo al contenido, como siempre interesante -creo que si Ortega levantara su tamañuda cabeza se sorprendería de que aún, en un país como España, sobreviva una publicación lietararia despúes de tres cuartos de siglo-. Al final, por esas cosas que tiene el ojo, me ha llamado la atención el dibujo de la portada. ¡Eureka!, he ahí la explicación. La portada del último número de la Revista de Occidente viene ilustrada por Rómulo Celdrán, mi amigo -lo anuncio para que nadie piense que ni soy ni quiero ser objetivo en lo que voy a decir-. A Rómulo Celdrán le dediqué un artículo hace un par de años porque, desde que me tropecé con sus obras, hace ya casi una década, me hice romuliano y celdranino a pies juntillas. No soy ningún experto en arte; yo, como Chaplin, a lo más que aspiro es a ser aficionado. Pero lo que sí sé es distinguir un Vega Sicilia de un Don Simón, y aún de otros mejores. Rómulo Celdrán es, sin duda alguna, Vega Sicilia del bueno. No pretendo, ya digo, ser objetivo, pero su obra tiene boca propia. Y para demostrarlo lanzo una pregunta: ¿conocen ustedes a alguien capaz de tomar fotografías con un lápiz? Pues esa es sólo una de las muchas virtudes que adornan a este murciano al que los canarios quieren hacer guanche a toda costa. Y no me extraña.

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