La capacidad de torsión del lenguaje es infinita. Quizá por eso existe la poesía. Sin embargo, lo maravilloso es que alguien, sin saberlo -sin saber-, pueda llegar a dibujar una poderosa imagen poética a base de retorcerle el brazo a la lengua con fines más bien espurios. En esos casos, el principio político al que tantas veces se aferran los próceres de la Patria, es decir, el "mantenella y no enmendalla", puede dar como fruto algo tan sublime como esto: "todos hemos podido comprobar la soledad de la multitud frente al individuo". La imagen de "la soledad de la multitud" es en sí misma un oxímoron maravilloso, pero si a ello le añadimos un "frente al individuo", es decir, frente a lo uno, a lo que por necesaria instrucción semántica es solo y está solo, entonces hablamos de mucho más.
No dejaría de tener su gracia que, por esas bromas de Apolo, algún político perentorio hubiera confundido su vocación y, en vez de para gobernar, para lo que estuvieran hechas sus mimbres fuera para urdir versos. Y es que Apolo siempre fue un poco cabroncete...
viernes, 15 de mayo de 2009
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